miércoles, 6 de marzo de 2019

Aprendiendo a vivir, dejar de sobrevivir


¿Vives o sobrevives?

Expresaba de forma tan sabia y elocuente Erich Fromm, que muchos Seres humanos mueren sin haber nacido. Una forma metafórica de acercarnos al verdadero significado de nuestra existencia en la presente encarnación, VIVIR.

Desde el yo idea que hemos ido construyendo con el paso de los años, consumimos una gran parte de nuestra vida tratando de descifrar el objetivo de la misma. Ese yo idea, se esfuerza, lucha, busca, se sacrifica, compite, se compara, culpa, selecciona, para alcanzar al yo ideal que el sistema ha determinado para ti y para todos los Seres, sin excepción. Ante tal escenario, Jung lo expresaba muy bien con aquella gran frase, «nacemos originales y morimos copias».

Si me permites querido amigo, puedo decirte que la identificación a tu/s personaje/s, conlleva dos aspectos claros, por un lado, no vives la vida, sobrevives, y por otro lado, el sufrimiento interno está presente en mayor o menor medida en tu día a día.

Y la pregunta entonces es, ¿desde dónde podemos vivir?

Muy sencillo, desde nuestra auténtica y verdadera naturaleza divina. Vivimos cuando nuestra existencia está guiada por nuestro Ser interno, percibiendo la Vida que Somos y ES desde la unicidad que se expresa en la diversidad. Krishnamurti lo expresaba siempre de forma magistral, el objetivo de la vida es Ser vivida. Más claro, imposible.

Voy a compartir contigo, una serie de indicadores vitales, a fin de que puedas reflexionar y tomar consciencia, honestamente y sin juicios, si estás viviendo o sobreviviendo la vida. Tómate el tiempo que necesites, sin prisas, con quietud y sosiego, tratando de escuchar todos los movimientos que aparecen en tu interior.

Vamos allá.

Vives, cuando la alegría y el contento se expresan a cada instante en tu día a día. Sobrevives, cuando las quejas y los problemas inundan tu vida. ¿Te quejas habitualmente? ¿Conviertes los hechos en problemas?  ¿Te enfadas con facilidad?

Vives, cuando sientes desde el corazón. Sobrevives, cuando te expresas a través de tus pensamientos y pulsaciones emocionales. ¿Eres reactivo? ¿Tienes altibajos emocionales?

Vives, cuando confías y aceptas plenamente todo lo que llega en cada momento a tu vida. Sobrevives, cuando la desconfianza, el conformismo y la desesperación se apoderan de ti. ¿La resignación aparece con frecuencia? ¿Te pasas el día buscando verdugos?

Vives, cuando la responsabilidad es el eje principal de tu vida. Sobrevives, cuando la culpa (interna/externa) se manifiesta a través de ti. ¿Te sientes culpable por no ser…? ¿Culpas a los demás por tus problemas?

Vives, cuando Eres libre y expresas tu libertad. Sobrevives, cuando el miedo está instalado en tu vida. ¿El miedo te impide tomar decisiones? ¿Tus resistencias internas te limitan en cualquier ámbito de tu vida?

Vives, cuando compartes una parte de tu Ser a través de tus dones y talentos. Sobrevives, cuando compites y te comparas para reconocerte. ¿Desempeñas y compartes tus dones y talentos en el trabajo? ¿Te comparas habitualmente con algún referente o icono?

Vives, cuando amas incondicionalmente a todos los Seres sintientes. Sobrevives, cuando permanentemente tratas de cambiar a los demás. ¿Aceptas a tu pareja cómo es? ¿Permites que tu hijo pueda expresarse y actuar en libertad?

Vives, cuando permaneces en la gratitud y el agradecimiento, por la abundancia que Eres y Es. Sobrevives, cuando vives desde la escasez y la avidez. ¿Tiendes a ser materialista y caprichoso?  ¿La ausencia de generosidad es uno de tus rasgos personales?

Vives, cuando el desapego es un movimiento natural en tu existencia. Sobrevives, cuando el deseo y el apego a lo externo dirigen tu vida. ¿Tienes dependencia de tu pareja? ¿Tienes una relación sana y armoniosa con las nuevas tecnologías?

Vives, cuando el silencio y la soledad son tus fieles compañeros. Sobrevives, cuando necesitas ruido permanente en tu vida. ¿Eres capaz de estar varias horas en silencio? ¿Tienes espacios de soledad en tu vida?

Vives, cuando te fundes con la naturaleza. Sobrevives, cuando te alejas de ella. ¿Cuánto tiempo hace que no abrazas a un árbol? ¿Permites que el sol esté diariamente en contacto contigo?

Vives, cuando Eres compasivo con el mundo animal. Sobrevives, cuando tu relación con ellos genera de forma directa o indirecta sufrimiento. ¿Cuándo ves un animal abandonado por la calle, miras para otro sitio? ¿La alimentación vegetariana está presente en tu vida?

Vives, cuando la quietud y la calma están instaladas en tu vida. Sobrevives, cuando el culto a la velocidad marcan tu día a día. ¿El reloj es importante para ti? ¿Sientes estrés y ansiedad con frecuencia?

Vives, cuando fluyes por la vida aceptando lo que llega y soltando lo que se va. Sobrevives, cuando luchas, empujas y te esfuerzas para lograr tus metas. ¿Te esfuerzas en aquellas tareas que sientes interiormente que nada tienen que ver contigo? ¿Tratas de cambiar rápidamente los acontecimientos que se presentan en tu vida?

Vives, cuando eres consciente y te das cuenta de lo que Eres y Es. Sobrevives cuando eres reactivo e impulsivo frente a las situaciones y acontecimientos que llegan a ti. ¿Antes de tomar cualquier decisión o acción te tomas un tiempo para observarte? ¿Te das cuenta de todas tus reacciones internas frente a los hechos que vives?

Vives, cuando experimentas la inseguridad y la incertidumbre del momento presente. Sobrevives, cuando tratas de controlar y planificar los acontecimientos de tu vida. ¿Necesitas programar tu día a día? ¿Te inquietas cuando no eres capaz de controlar una situación desconocida?

Vives, cuando estás presente en el aquí ahora. Sobrevives, cuando viajas con tu mente al pasado y al futuro. ¿Piensas continuamente en hechos pasados ya vividos? ¿Buscas en el futuro para construir tu presente?

Vives, cuando la fraternidad universal se palpa en tu vida. Sobrevives, cuando el egoísmo y el egocentrismo se apoderan de ti. ¿Consideras que las cosas deben suceder y hacerse según tus criterios? ¿Tratas constantemente de poner en primer término tus necesidades y deseos?

Ya para finalizar, y una vez compartido, algunos de los elementos que nos permiten tomar consciencia acerca de si estamos viviendo o sobreviviendo la vida, estamos en disposición de afirmar lo siguiente: “Vives cuando Eres, sobrevives cuando te olvidas de Ser”


NAMASTE



Eliminar las causas del sufrimiento



El sufrimiento humano tiene múltiples manifestaciones. Pero, ¿cuáles son sus causas? El Yoga, por medio del estudio de los Kleshas, nos muestra como eliminarlas y vivir una felicidad sólida y duradera

El Yoga y los Kleshas

El sufrimiento está presente en la humanidad, en general, y en muchos seres humanos, en particular. Ante ello, hay numerosos ejemplos de altruismo dirigidos a paliar ese sufrimiento, lo que, sin duda, es digno de elogio. Ahora bien, en tanto persistan las causas, seguirá habiendo sufrimiento. Por esto, nuestra atención debería centrarse no solo en aminorar el sufrimiento existente, sino, sobre todo, en eliminar las causas que lo generan. Por ejemplo, una enfermedad sólo se cura definitivamente cuando se halla la causa y cuando se conocen los medios para atajarla. Cuando esto se comprende, podemos diferenciar entre las prácticas dirigidas a las consecuencias del sufrimiento y las que procuran atacar su causa y mostrar que existe una felicidad que no está sometida al cambio y cuya fuente se halla dentro de cada cual.
         Centrada así la cuestión, se entiende que el Yoga quiera poner de manifiesto lo que está en la raíz del sufrimiento, sus causas últimas. En los Yoga-Sutras de Patanjali se les denomina “Kleshas” y hay cinco principales: Avídya, Asmita, Raga, Dvesha y Abinivesha, términos sánscritos que significan ignorancia, egoísmo, atracción, repulsión y apego a la existencia física.

Adviya

Adviya es la ignorancia, pero en el sentido de olvido de nuestra auténtica naturaleza. Ciertamente, el ser humano tiene un yo físico, emocional y mental y una personalidad asociada. Sin embargo, esto solo es el “coche” en el que, para vivenciar la experiencia humana, se ha encarnado efímeramente el “Conductor” que somos, que es de naturaleza divina. Adviya se refiere al olvido del Conductor que realmente somos.

Como bien describe Danielle Audoin en Una aproximación al yoga, para realizar el gran viaje en los planos de la manifestación, la Mónada Divina debe envolverse con cuerpos cada vez más densos; la Consciencia debe encerrarse en la materia y aceptar las limitaciones correspondientes. A medida que se produce el descenso (involución), se va durmiendo progresivamente. Y en el punto de inflexión, antes de empezar a remontar (evolución), hay una completa amnesia sobre el origen divino. Esto es Adviya. Y este olvido es indispensable para que se pueda realizar todo el proceso de la manifestación: surgimiento del sentido del “yo”; percepción de separación de la Vida Una; arranque de la evolución del alma en auto-consciencia; etcétera.

Asmita

Es así como nace Asmita, egoísmo en cuanto a la identificación del ser humano con la apariencia de sí mismo, con el coche, que en su ignorancia es lo único que reconoce. Esto es Asmíta: la identificación/fascinación con el yo físico, emocional y mental y la personalidad a él ligada, con todo lo ilusorio que esto supone. Adviya, la ignorancia por parte del ser humano de su esencia imperecedera, provoca Asmita, la identificación con su apariencia o envoltura perecedera. Y esto viene acompañado de un sentido de separatividad: yo y el otro, yo y los demás, sujeto y objeto… De ahí nacen las atracciones y repulsiones que inundan la vida humana.

Raga y Dvesha

Nos atraen los seres y cosas que proporcionan placer a nuestra personalidad; e intentamos evitar lo que nos provoca desagrado. El placer, que se busca y no se puede lograr, y el desagrado, que no se consigue evitar, son el origen de la mayor parte del sufrimiento humano. Son Raga y Dvesha. Derivan directamente del sentido del “yo”, porque la atracción y la repulsión sólo pueden concebirse entre elementos separados; y allí donde existe el yo, existe inevitablemente el no-yo. Cuanto más fuerte es el sentido de separatividad, más lo es la atracción y la repulsión que se siente. Y mayor es también el apego a la existencia física, Abinivesha.

Abinivesha

El ser humano se apega a la vida material por tres grandes motivos: debido a Adviya, cree que la vida termina con la muerte física, a la que tiene miedo; derivado de Asmita y Raga, desea satisfacer las atracciones que siente; y por causa de Asmita y Dvesha, las repulsiones que tiene, alimentando la desconfianza hacia  la vida, son también un lazo muy fuerte hacia la vida material (considérese, por ejemplo, hasta qué punto dos personas que se odian dependen la una de la otra). Por lo tanto, atracción y repulsión conllevan el apego a la existencia física. Y es tan inherente a la penetración de la Consciencia en la materia, que lo podemos observar en todas las personas, incluso en aquellos que han evolucionado en consciencia.

Reacción en cadena

Estos son los cinco Kleshas. Y, como se deriva de lo enunciado, conforman una especie de reacción en cadena: Adviya, la ignorancia de nuestra verdadera naturaleza, provoca el sentido de “yo”, Asmita, el cual es el origen de la atracción y de la repulsión, Raga y Dvesha, que, a su vez, conllevan el apego a la vida material, Abinivesha. Pero también puede expresarse a la inversa: el apego a la existencia física suscita las atracciones y repulsiones, que alimentan la identificación con el coche, lo que a su vez impide tomar conciencia de nuestra verdadera naturaleza o Conductor. De este modo, nos encontramos atrapados en un círculo vicioso, en una cadena ininterrumpida de causas y efectos que nos hace recaer incesantemente, encarnación tras encarnación, en la esclavitud de las ilusiones. Y los Kleshas nos afectan a todos, incluso si nuestra vida es ahora feliz tal, como lo entendemos comúnmente.

Ananda

        Sin embargo, la felicidad es otra cosa. Es Ananda: Felicidad incausada fruto del Estado Natural de nuestro Ser. Cuando por la práctica del Yoga dejamos de identificarnos con el coche y paramos toda agitación mental, que oscurece la presencia del Conductor, nos instalamos en nuestra naturaleza esencial que es Felicidad (Yoga-Sutras 1-3), manifestación de nuestra íntima naturaleza y, por tanto, estable, duradera y que se basta a sí misma.

NAMASTE