Es complicado llegar a tener
consistencia en algo cuando está quebrada la fe en uno mismo. Y esto sucede
porque se depositó fuera la fe propia.
Hubo una vez y muchas veces que
te insistieron en que debías de creer en lo que te decían que tenías que creer
y no en aquello que emanaba naturalmente de ti. Te convencieron así para que te
hicieras de creencias ajenas en una batalla que no era la tuya, cayendo y
sucumbiendo finalmente en la refriega. Y llegado a tal punto, ni las creencias
que te impusieron ni las tuyas olvidadas poseen fuerza para seguir a lado
alguno.
No te pido que creas mis palabras.
Sería más de lo mismo. Lo que te solicito es que analices lo que expongo y
encuentres cierta lógica dentro de la ilógica por la que tu vida ha ido
discurriendo hasta ahora. Distinto es creer en puntos de vistas de otros sin
haberlo sopesardo, escrutado, referenciado, reflexionado... Todo aquello desde
lo que se parta sin que tenga un fundamento interior es un callejón sin salida,
un camino a ninguna parte...
Si no crees en ti, ¿a qué puerto
me puedes conducir? Si quieres que te siga a alguna parte no será porque crea
en ti, sino porque creo en mí tras examinar tu visión, tu percepción, tu
iniciativa, tu propuesta. Qué hago mías desde la atención, la introspección, la
concentración, la meditación... ¿Cómo puedo embarcarme en un buque con alguien
que se llama capitán, pero que nada sabe de la mar ni de navegar?
Sólo cuando una persona tiene una
base sólida que pueda demostrarse a sí misma, aunque no les sirva a los demás,
se puede volar y navegar por donde nadie lo haya hecho jamás. Entonces te
seguiré sin dudar, pues puedo creer en quien en sí cree de verdad.
Reconocerse
Una experiencia que parece algo
banal, absurda o surrealista puede traer mucho.
Eso pasó hace unos días. Después
de hablar con una amada ashrá, sobre un tema, me recordó que "lo
malo" es como un regalo.
Cuando se entra a jugar con los
sentimientos y emociones, eso conlleva sentirnos víctimas, rechazados, dolidos
o sentirnos superiores, con falso poder, con necesidades de los demás, con
luchas, etc. y de haber caído en ese batiburrillo del ego, "ese lo malo es
como un regalo", me recordó que saliera de ahí y mirara hacia adentro para
finalmente, poder ver con perspectiva y sin identificación con ello.
La situación era sentirse
decepcionado por ver que algunas personas no son como aparentan ser, porque se
te cae un velo (que yo mismo creé), por ver cómo se valora más lo que es útil,
con fines secundarios, aquello con lo que se puede sacar partido. Por ver que
la igualdad que se manifiesta, en la práctica es otra cosa, que las cosas son
más condicionales de lo que se venden. Que tras la aparente humildad, existe el
interés por uno y el reconocimiento de uno. Y eso no es algo que vea negativo,
el mirar por uno es amor propio, pero no cuando viene con careta de "lo
hago por los demás, qué buena persona soy...". Eso es un engaño. (De hecho
cuando hay suficiente amor en uno, lo que sale es compartirlo, pero de forma
desinteresada, el amor no es guardar, es dar).
¿Y qué puedo hacer con esto?
¿Quejarme, luchar contra la realidad para que sea como mi ego quiere que sea?
¿Imponer lo que yo quiero que otros vean? ¿Continuar luchando contra algo que
no depende de mí cambiarlo?
No más luchas. Soltar, liberar
eso. Aceptar que es así. Eso es así, a quien le molesta es a mi ego. Y mi ego
me ha de dar igual. Sólo busca reconocimiento y tener la razón. Querer que las
cosas sean como cree mi ego que tienen que ser... ¡qué poca libertad y qué
opresión hacia mí mismo y hacia esa situación!
Como por costumbre las cosas se
buscan afuera, esa falta de reconocimiento se proyecta en otros. Y genera
frustración. Al enfocarse en lo que no es ego, en la conciencia o como cada uno
lo llame, lo que está más allá de las emociones, ese ego propio, lo que busca
es reconocimiento, ser aceptado. Al
llevarlo hacia adentro, y tener un diálogo interno, ese ego dolido, se
apacigua. Porque está encontrando dentro, un reconocimiento, como un niño con
una rabieta que al ser escuchado se calma... un espacio donde ser aceptado. Y
esto se transforma. Porque en el momento en que dentro hay aceptación, ya no se
busca afuera ni se lucha con lo externo.
Y ahí se percibe que ese
reconocimiento interior ya no depende de nada externo. Y se percibe que cada
uno tiene su ego, sus luchas y es su historia lo que haga o no haga con ello. Y
se deja de querer interferir en los otros y en lo externo.
Y quién quiera que siga buscando
el reconocimiento y la utilidad mutua, y las mil caretas que usa el ego para
vender lo que sea que quiere vender. Y quien se necesite y utilice y se deje
utilizar allá cada uno... y si encima viene con engaño hacia uno mismo, allá
cada uno... En el fondo aquello que se ve como "lo malo es un
regalo".
Es el regalo de ver y percibir
que se puede encontrar ese reconocimiento que busca el ego, dentro de uno. Esa
aceptación. Y si no es el momento de otros, y siguen en juegos externos de
búsqueda y en ese batiburrillo, no es mejor ni peor, es el momento de
aprendizaje de cada uno, por lo que sea se mantienen ahí... y cada uno está
donde ha de estar, dependiendo de las capas que se ha ido quitando.
Y esa igualdad que va de la mano
del respeto. Y de la mano viene también el ser educado, algo que se percibe y
se entiende a través de la empatía. Y se percibe dentro que ninguno es mejor o
peor, eso es cosa del ego. En el que a veces se cae, se juzga, se lucha contra
algo por querer cambiarlo y otras se sabe ver en perspectiva, sin
identificación con todo eso.
Y tal y como he empezado, acabo.
Las cosas más absurdas que nos rodean, vienen con regalos. (Y digo absurdas
porque en este caso, la situación podría considerarse absurda).
Así que, al final, todo esto se
agradece.