sábado, 27 de octubre de 2018

La Ley de Resonancia


o el Secreto de la Ley de la Atracción


Supongo que conocerás la historia del elefante encadenado. Es la historia del sometimiento, del convencimiento de que no puedes cambiar tu vida. Del poder de las creencias y convicciones.

Porque, cuando te has quedado sin fe, entonces aparece la rendición. Dejas de pensar en lo que realmente deseas, en quien realmente quieres ser, en aquellas cosas que realmente te dan felicidad, felicidad auténtica, y, simplemente, te dejas llevar.

Y, debido a una ley universal inmutable, tu vida se convierte entonces en una especie de profecía auto-cumplida de limitación, de “no puedo”, “esto es imposible”, “no es para mí”, “nunca lo conseguiré”, “otra vez será”…
Esta ley universal recibe el nombre de  Ley de Resonancia y es, ni más ni menos, que la Ley de la Atracción en plena acción.

El Universo es mental. Toda causa tiene su efecto; todo efecto tiene su causa. Todo sucede de acuerdo a la Ley; la suerte no es más que el nombre que se le da a la Ley no reconocida; hay muchos planos de casualidad, pero nada escapa a la Ley. 
El Kybalion

LA LEY DE RESONANCIA
(o el Secreto de la Ley de Atracción)
Todo y todos tenemos una vibración única y generamos un campo con una determinada frecuencia. Algunos campos son iguales o parecidos entre sí.  Los campos o frecuencias que son iguales o parecidas, cuando entran en contacto, estimulan la vibración de las demás.

¿Sabías que el campo electromagnético más potente que tenemos es el del corazón?. Por encima, incluso, que el del cerebro?. Para que te hagas una idea, la señal eléctrica de tu corazón es 60 veces más fuerte que la del cerebro, y su campo magnético es 5.000 veces mayor.

Podríamos decir que el corazón transforma nuestros pensamientos y emociones en vibraciones que son emitidas al universo a través de frecuencias. Y, de acuerdo a la Ley de Resonancia, estas frecuencias u ondas electromagnéticas, “buscarían” una energía similar.

Básicamente es así como nuestro mundo exterior se convierte en un reflejo constante de nuestro mundo interior.

El espacio es un campo cuántico con miles de millones de frecuencias u ondas de información.

Hoy sabemos que aproximadamente el 90% de nuestro ADN se utiliza básicamente para la comunicación, funcionando como emisor y receptor al mismo tiempo y pudiendo establecer conexiones no solamente con el ADN de otras personas, sino con todas las formas de vida.

Estamos conectados con todo y con todos en el Universo. Es el llamando Principio de no-localidad.

Esta comunicación tiene lugar en lo que los físicos conocen como hiperespacio, o sea, fuera del tiempo y el espacio, a través de los agujeros de gusano, que actuarían como túneles energéticos que unirían dos puntos distantes dentro del espacio-tiempo.

Cualquier información emitida por nuestro ADN es transmitida al hiperespacio y recibida por el ADN de un receptor, a través del código genético.

El código genético representa nuestra huella dactilar energética y establece nuestra ubicación en el Universo. A través de ella, las frecuencias que resuenan con nuestro campo, nos pueden encontrar en el espacio.


Como explica el Dr. Bruce Lipton en “La Biología de la Creencia”, la fuerza de tu mente influye en tu código genético o ADN.

Pero, además, la física cuántica ha descubierto que las ondas cuánticas (y tus pensamientos y sentimientos lo son) se expanden no sólo a través del espacio, sino también del tiempo. Por lo tanto, hay ondas que se mueven desde tu pasado hacia el futuro y ondas que se extienden desde tu futuro hacia el pasado (tu presente).

Dicho de otra forma, todos los futuros posibles ya existen en el hiperespacio, de lo contrario no podrían enviar ninguna onda.

Existen, por lo tanto, realidades paralelas simultáneamente. Y cuando los dos tipos de onda (las que se moverían desde tu pasado al presente y las que se extenderían desde tu futuro al pasado) de una misma frecuencia se encuentran y chocan es cuando existe la posibilidad de que un acontecimiento se produzca.

Aunque sólo conseguimos percibir un tiempo (el presente), el pasado y el futuro están sucediendo a la misma vez, ahora. De la misma manera que aunque sólo percibimos el 8% del espectro electromagnético, el 92% del resto de las vibraciones están sucediendo a la misma vez, ahora.

Todos emitimos energías, ya sea de manera consciente o inconsciente. Esto significa que enviamos todo lo que sentimos, pensamos y creemos a través de ondas que se extienden a través del espacio y del tiempo.

Las ondas que emitimos buscan en el futuro ondas de vibración similar para crear nuevas posibilidades. Y, a medida que se acerca el acontecimiento, la resonancia aumenta.

Si quieres conseguir lo que deseas, debes empezar por observar y controlar lo que piensas, sientes y crees. En otras palabras, tu campo de resonancia.
Para lograr que una cosa se materialice debes centrar tu atención no sólo en lo que ves, sino en lo que quieres ver.

Ya sea a través de la energía de tu corazón, tu ADN o tu cerebro, envías continuamente frecuencias hacia el exterior. Estas frecuencias impactan con otras frecuencias que no pueden evitar vibrar al contacto con la tuya cuando tienen el mismo campo de resonancia.

En definitiva, eres emisor y receptor al mismo tiempo. Tu campo de resonancia atrae lo que creas con tus pensamientos y sentimientos al motivar que vibren los campos de resonancia de los demás.

Tus pensamientos, lo mismo que las imágenes y sonidos que proceden del televisor, la radio o el móvil, son ondas vibratorias que se extienden por el tiempo y el espacio.

Si reúnes energía suficiente, esta se manifestará en forma de materia. Tal y como explicó Einstein en su fórmula acerca de la Teoría de la Relatividad, la energía y la materia son sólo diferentes estados de la misma cosa. Algo así como lo son el agua y el hielo. Creamos las situaciones de las que nos quejamos ya que lo que realmente creemos lo emitimos con una fuerza 5.000 veces superior a lo que no creemos.

Considera quién te gustaría ser y luego observa quien eres. Ajusta tu pensamiento a la persona que te gustaría ser, identifícate con ella,  y olvídate de la persona que eres ahora.

Recuerda que construyes tu resonancia con la energía de tus sentimientos y pensamientos, tanto conscientes como inconscientes, a través de los campos de tu corazón, cerebro y  ADN.

Todo, absolutamente todo lo que entra en resonancia con tu campo es atraído irresistiblemente a tu vida, a tu realidad.

¿Estás en resonancia con tus deseos? Aunque en la nueve energía la palabra deseo es configurativa del ego y de las bajas energías. Más bien, usaremos la palabra anhelo, mas asociada a la acción del alma por sobre la corporalidad. 

Antes de modificar tu realidad es necesario que examines en qué campo de resonancia te encuentras actualmente o, dicho de otra manera, qué tipo de energías te rodean.

Para ello te propongo un ejercicio muy sencillo:

1..Haz una lista de las personas con las que estás más en contacto (amigos, conocidos, compañeros, familiares, etc).

2..Anota al lado de cada uno las cualidades que te llegan de esa persona (amable, crítica, serena, envidiosa, solidaria…)
Esas cualidades son las que conforman tu propio campo de resonancia.

Pregúntate ahora:

3..¿Es conveniente para tus objetivos la energía predominante en tu entorno?

Esa energía es la que emana, la que has estado emitiendo hasta ahora. ¿Te favorece? ¿Te apoya? O más bien te frena y te limita?.

¿Estás listo para ser quién quieres ser? ¿Para tener y hacer lo que de verdad anhelas por vocación álmica sin intereses pasionales?

Empieza por transformar tus creencias (lo que sientes y piensas, consciente o inconscientemente) y emite tu verdadera resonancia.

Haz que tu campo vibre en resonancia con tus auténticos deseos.

“La imaginación lo es todo. Es una visión preliminar de lo que sucederá en tu vida”. 

Albert Einstein.


NAMASTE







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